Mensaje de nuestro Consiliario Rvdo. Sr. D. José Gabriel Martín Rodríguez.
Queridos hermanos y amigos, cristianos cofrades. Queridos enfermos y hospitalarios.
Terminábamos el curso pasado con las elecciones a presidente de la Real Federación de Hermandades y Cofradías de Penitencia de nuestra ciudad, elecciones de las que resultó presidente D. Armando Ortíz, que, a su vez, conformó su Junta de Gobierno con Alberto Cuerva, Beatriz Ureña, Alejandra Cabrera, Francisco José Estévez, Víctor Vedia, que recientemente ha renunciado, Miguel Ángel Fernández, Miguel Hurtado, Venancio Galán, Inmaculada Calvo, Emilio Berenguer, Carlos Acal y Amalia Tristán. Un equipo comprometido en la misión evangelizadora de la Iglesia, en la que toman parte las Hermandades y Cofradías, que tiene que propiciar una renovación profunda, una auténtica transformación de cada persona y de la sociedad, porque Cristo ha venido para hacer nuevas todas las cosas. Presentes en nuestra sociedad, haciendo camino con los hombres y las mujeres de nuestro tiempo, compartiendo los trabajos y las dificultades, dando razón de nuestra esperanza, siendo portadores de alegría, de aquella alegría genuina que provoca la experiencia del encuentro con Jesucristo resucitado.
El servicio que la Federación realiza a las Hermandades y Cofradías se lleva a cabo con profunda actitud de comunión y de sinodalidad, una actitud que ha de vivir la Federación y cada una de las Hermandades y Cofradías.
En primer lugar, desde la realidad profunda de la Iglesia como Cuerpo de Cristo.
En segundo lugar, tratando de ver, acoger y valorar lo que hay de positivo en el otro, como un regalo de Dios para cada uno; estando atentos los unos a los otros, tomando conciencia de los demás, de que estamos llamados a vivir en fraternidad. Contemplando, acogiendo y valorando todas las realidades a la luz de la fe.
Por último, rechazando todo tipo de egoísmo, de competitividad, de desconfianza y envidia, y siendo muy conscientes de que quien mantiene todo el peso del edificio eclesial es Cristo. Viviendo auténticamente la caridad, el amor cristiano que «todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta» (1Cor 13,4-7).
Encomendamos a la Federación y nos encomendamos a Nuestro Señor, a María Santísima y a todos los Santos. Se continua y comienza una nueva etapa con ilusión y esperanza, conscientes de que, si somos humildes, como María, el Señor hará por nosotros obras grandes. Le pedimos especialmente que nos conceda ser un verdadero instrumento de evangelización, que sepamos colaborar con fraternidad y armonía.
Miramos a nuestros Sagrados Titulares en sus bellas y variadas invocaciones y advocaciones, y les pedimos que los guíe y nos guíe siempre en el camino de la comunión, la participación y la misión. ¡Todos de frente valientes! Recibid un fraterno abrazo y el deseo de un esperanzador adviento, que nos prepara al nacimiento de quien es la Paz que tanto necesitamos.
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