Mensaje de los sacerdotes del Arciprestazgo de la Virgen de las Angustias.
Hablamos de una navidad más evangélica, celebrando con fe más purificada el memorial del Nacimiento de Jesús Nazareno: Don del Dios vivo y verdadero al mundo, que nos libera de todas las idolatrías que descomponen la vida y nos apartan de la plenitud para la que hemos nacido.
Las circunstancias inesperadas de la salud pública pueden imponer restricciones de movilidad y ocio. Pero la fe cristiana en el Misterio de la Salvación, lejos de disminuir, ha de crecer con más autenticidad y credibilidad. Igualmente, su “movilidad” en servicios gratuitos a los prójimos más vulnerados, como testimonio fehaciente de que nuestro amor fraterno actualiza el del Mesías Jesús aquí y ahora.
Como siempre lo practicaron, en nuestra Granada, creyentes muy significativos, que aleccionan a todos, por su intensa vida de fe, manifestada en servicio al prójimo en sus necesidades espirituales, culturales, sociales, materiales:
San Juan de la Cruz, San Juan de Ávila, San Juan de Dios, Beato Manuel Medina Olmos y tantos sacerdotes y laicos mártires, Beato Fray Leopoldo, Beata María Emilia Riquelme, Venerable Siervo de Dios Andrés Manjón. Y un incontable etcétera, de multitud de mujeres y hombres del laicado cristiano, de la vida consagrada, del ministerio sacerdotal y episcopal. Hemos de ser memoriosos, como recomienda el papa Francisco, para que el recuerdo de los mejores nos estimule a evitar ser embaucados por alguna mediocridad imperante.
En los pueblos y en la capital, ellos vivieron y enseñaron el Misterio de la Navidad con fe auténtica, profunda, sencilla y esclarecida. Con austeridad sobrevenida o elegida, sin frustraciones deprimentes, compartieron humildemente la alegría de creer en la bondad de Dios, la caridad sin fingimiento, la esperanza en el Padre nuestro del cielo, siempre encariñado con sus criaturas.
La conmemoración de la vida del Señor, de la vida de nuestros antepasados que han seguido sus huellas, el reconocimiento de contemporáneos que continúan siguiéndolas, interpelan nuestra conciencia humana y cristiana.
Queremos hermanarnos más comprometidamente con los más pobres, descartados y excluidos, “los sintecho, los sin trabajo, los sin compañía”, migrantes y refugiados, los más sufrientes de dolores físicos y psíquicos; con los que “no quieren, no pueden, o no saben creer auténticamente”, conscientes de un vacío que no atinan honradamente a llenarlo; y con quienes esquivan las preguntas últimas y primeras que plantea la existencia humana.
Deseamos contribuir, con nuestra fe y servicio abierto a todos, al hermanamiento, sin distinciones, con todos los que compartimos la dignidad humana, su grandeza y su debilidad. Para rehacer juntos todos los reencuentros necesarios, unirnos y tender puentes mejor y así servir al bien común de la ciudadanía de Granada con honestidad, con justicia cabal, con la mejor humanidad que todos llevamos dentro.
Invitamos a reconocer la dignidad humana más abiertamente, a ponerla en circulación sin restricciones interesadas, a gozar solidariamente la felicidad de hacer la vida más sana, más limpia, más repartida, más valorada, más liberada de servidumbres, auténticamente humanizada.
Los sacerdotes del Arciprestazgo Virgen de las Angustias de Granada.
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