Contexto histórico
En el siglo XVI, tras la conquista de Granada, se lleva a cabo una importante transformación social y urbana de la ciudad que pretendía consolidar la nueva ideología impuesta por los Reyes Católicos. Entre las intervenciones llevadas a cabo se pueden destacar la construcción de edificios de carácter religioso como conventos e iglesias, la ampliación de calles o la apertura de plazas y espacios de carácter público. Por el contrario, el conocido barrio del Albaycín, uno de los lugares de mayor tradición musulmana de la ciudad, se vio inmerso en un importante proceso de abandono y deterioro. No obstante, en sus inmediaciones, se construye la iglesia de San Pedro y San Pablo, ocupando una pequeña isleta urbana surgida sobre el cauce del río Darro, bajo la imponente silueta de la Alhambra, constituyendo una de las iglesias de mayor relevancia de la Granada del siglo XVI, construida para dar servicio al cercano barrio de los Axares.
El edificio se proyecta construir según el modelo arquitectónico característico de las iglesias cristianas de nueva planta, de la segunda mitad del siglo XVI, siguiendo las pautas marcadas por la Contrarreforma. La morfología de este templo en particular, levantado en planta de cruz latina inscrita en un rectángulo, es la primera vez que se utiliza en la provincia, habiendo sido relacionada con la tradición mudéjar, contando además con uno de los mejores conjuntos de armaduras de Granada. En su construcción intervinieron personajes de reconocido prestigio en aquel momento como Juan de Maeda, Pedro de Solís y Pedro de Orea, entre otros. Iconográfica y decorativamente, el templo se completa con un importante número de bienes muebles pertenecientes a artistas de la talla de José de Mora, Pablo de Rojas, Pedro de Mena o Francisco Vallejo.
Es por tanto un edificio cargado de valores históricos, arquitectónicos, artísticos, sociales, culturales y simbólicos, que la convierten en un hito monumental de la ciudad de Granada
El edificio
La iglesia de San Pedro y San Pablo se levanta sobre el solar que ocupaba otra iglesia levantada con anterioridad sobre la mezquita de los Baños, demolida en el año 1559. Esta nueva iglesia se convirtió en una de las parroquias más representativas de la última fase del mudéjar granadino.
Las obras del templo se llevaron a cabo bajo la supervisión del conocido albañil Pedro de Solís, según las trazas de Juan de Maeda. En el año 1567 el templo estaba prácticamente completo, a excepción de la torre y la sacristía. En 1590, la explosión de una fábrica de pólvora, situada en las inmediaciones de la iglesia, causó algunos daños estructurales que afectaron principalmente a la torre y la sacristía, que tuvieron que hacerse de nuevo.
La fachada principal, abierta a los pies del templo, se resuelve volumétricamente con tres alturas diferenciadas en orden descendente desde la torre hasta el cuerpo de las capillas laterales. La portada principal es obra del escultor y maestro de cantería Pedro de Orea, del año 1589 y finalizada por sus fiadores. El esquema desarrollado, inspirado en el modelo manierista de la portada de la Real Chancillería, presenta dos cuerpos: el primer cuerpo abierto en su centro por un arco semicircular con impostas destacadas que descansan sobre pilastras y en cuya clave se inserta el escudo de armas del arzobispo Pedro de Castro. El arco esta flanqueado por dos pares de columnas corintias de fuste acanalado, alzadas sobre altos pedestales, y sobre las cuales se desarrolla un entablamento con friso sin decorar que sustenta un frontón curvo partido, en cuyo centro se levanta el segundo cuerpo. Éste está formado por una hornacina rectangular, enmarcada por pilastras, que alberga las imágenes de los Santos titulares, y coronada por un frontón triangular partido por un escudo con las insignias del Papado.
A la izquierda de la portada se eleva la torre, de planta cuadrada y tres cuerpos que disminuyen en anchura hacia arriba, realizada en ladrillo revestido. En el primer cuerpo, el de mayor longitud, se abre la puerta de entrada y tres arcos de medio punto. El segundo cuerpo presenta igualmente, aunque de menor tamaño, un arco de de medio punto con las albanegas embutidas en el muro. Este segundo cuerpo está recorrido en su parte superior por una cornisa que lo separa del cuerpo de campanas. El tercer y último presenta ocho arcos de medio punto, dos en cada lado, con albanegas rehundidas en el muro y en los cuales se integran las campanas. La torre se cubre por un tejado a cuatro aguas sobre un alero de canecillos y rematada en el vértice con una cruz de metal.
La fachada principal está precedida por una pequeña plaza irregular, cerrada por una reja, y en cuyo centro se sitúa una cruz de piedra sobre un pedestal con la inscripción con datos referentes al autor y fecha de realización, que se puede transcribir como: «Esta santa cruz hizo Antonio García de San Martín, Año de 1679».
La portada lateral izquierda, trazada por Juan de Maeda y construida por Sebastián de Lizana entre los años 1566 y 1568 en piedra gris de Sierra Elvira, consta de un arco de medio punto flanqueado por columnas corintias sobre pedestales, y en cuyas albanegas aparecen representados dos relieves de los santos apóstoles atribuidos a Diego de Pesquera.
En la fachada oriental de la iglesia conserva un gran trecho de muro árabe que contenía el terreno sobre el cauce del río Darro. La iglesia presenta planta de cruz latina inscrita en un rectángulo. La nave principal, abierta a ambos lados a través de grandes arcos de medio punto lisos sobre impostas, se completa con nueve capillas adosadas, cinco en el lado izquierdo, una de las cuales correspondiente a la fachada lateral, y cuatro en el derecho.
La cubierta de la nave principal consiste en una interesante armadura mudéjar de limas mohamares o dobles con lazo de ocho en el almizate, faldas con apeinazado de estrellas y aspas, y piñas de mocárabes doradas, realizada por Juan de Vílchez. A los pies de la nave central se abre la portada principal del templo, la cual se resuelve hacia el interior con un cancel con motivos decorativos dorados alusivos a la figura de San Pedro, obra del siglo XVIII. Sobre el cancel se alza el coro de silueta mixtilínea cerrado por una balaustrada de hierro forjado y pilastrones de madera parcialmente dorada. Aquí se sitúa el órgano, obra anónima de la escuela granadina del siglo XVIII.
Avanzando hacia la cabecera, en el lateral izquierdo de la nave central, cerca del crucero se levanta un púlpito de planta hexagonal que presenta cuatro de sus lados decorados con relieves que representan a los evangelistas, y rematado en la parte baja por una especie de pirámide invertida y bulbo vegetal dorado. Lo cubre un tornavoz que se remata con el símbolo de una de las antiguas Hermandades que existían en el templo anteriormente, la Hermandad Sacramental de la Esclavitud. La baranda de la escalera presenta diversos motivos decorativos geométricos y vegetales.
El crucero, precedido por un gran arco toral, destaca del resto del templo tanto en altura como amplitud. La armadura que lo cubre, formada por dieciséis paños decorados por grandes abanicos y una gran piña de mocárabes pendiendo del almizate, se levanta sobre cuatro pechinas prismáticas de casetones.
La nave central contiene también en sus paredes una colección de magníficas cornucopias con el emblema de la Hermandad sacramental, dedicada a la adoración de Cristo en el sacramento de la Eucaristía. En los brazos del crucero, cubiertos también de buenos techos mudéjares, hay retablos de fines del siglo XVIII. El de la izquierda con la imagen de S. Francisco de Paula de Pedro de Mena, en este lado del crucero también se puede contemplar un lienzo del siglo XVII de Alonso Cano en el cual aparece la Virgen entregando el escapulario a San Simón Stock. En el altar colateral, encontramos un retablo que contiene un estandarte bordado en oro que representa a la Virgen del Rocío, Titular de la Hermandad a la que pertenece y que peregrina anualmente hasta la aldea del Rocío, situada en la comarca de Huelva.
En el brazo derecho del crucero, se venera la imagen de Sta. Rita de Casia, obra de José de Risueño. Sobre el retablo hay dos magníficos lienzos de S. Marcos y S. Lucas, obras de Juan de Sevilla.
En el altar colateral, encontramos una Inmaculada, escultura quizás de los primeros tiempos de Pedro de Mena.
El presbiterio, de planta rectangular, elevada sobre un podio con escalinata y precedida por un arco toral, alberga en el centro un destacado tabernáculo de madera dorada, obra de Francisco Vallejo del siglo XVII y a sus espaldas un grandioso trampantojo, que nos hace pensar, si el resto de la Iglesia pudo estar en su día completamente pintada, pues se encuentra encalada en todo su interior.
A ambos lados del presbiterio se disponen otras dos capillas auxiliares, cubiertas por armaduras de limas mohamares con faldas de estrellas y aspa, y almizate de lazo muy cuadriculado. Ambas capillas se abren hacia el exterior a través de dos vanos circulares que favorecen la entrada de luz natural. La del lateral derecho, habilitada actualmente como sacristía y la del lateral izquierdo da acceso a las dependencias parroquiales.
Las nueve capillas laterales, que completan y conforman la estructura de la iglesia de San Pedro y San Pablo, responden todas ellas a un mismo modelo arquitectónico: planta cuadrada, elevadas sobre un escalón y separadas de la nave central del templo por un arco de medio punto, cerrado con una reja de hierro, y sobre los cuales se abren vanos de medio punto abocinados que proporcionan luz cenital al edificio. Siete de ellas, a excepción de la del enterramiento de don Antonio López del Castillo y la que alberga la portada lateral, se cubren mediante una bóveda de aristas con decoración pictórica.
La primera del lateral izquierdo, decorada con arco que ostenta el escudo de armas de la familia Arauz entre adornos y tres canastillas con frutas, posiblemente de Alonso de Mena, tiene artesonado de casetones, obra de Juan Vílchez, y retablo de comienzos del siglo XVII con esculturas de San Pedro y San Juan Evangelista atribuidos a Pablo de Rojas y una interesante tabla de un tríptico de escuela flamenca representando la flagelación de Cristo del siglo XVI.
La tercera capilla o capilla de la Virgen de las Maravillas está presidida por una imagen de vestir atribuida a Pedro de Mena que procesiona cada Domingo de Ramos acompañando a Jesús de la Sentencia (capilla de enfrente). La capilla tiene pinturas al fresco con alusiones lauretanas la gran mayoría, así como cuatro evangelistas en el techo, todo obra de Luis González, y un magnífico frontal de altar de mármol con atributos de la pasión. La cuarta se corresponde con la portada lateral del templo. El acceso a esta capilla se realiza a través de un cancel de madera de dos hojas, con sencilla decoración a base de cuarterones de madera, realizado en el siglo XIX; en esta capilla se encuentra colocada en una hornacina una tabla con Cristo atado a la columna atribuida a Pedro Machuca. Ésta, a diferencia del resto de capillas, se cubre por un artesonado de forma esférica, decorado por octógono rehundido.
La última de las capillas de la nave del evangelio es la capilla de la Virgen de Fátima, tiene un magnifico cuadro con la Inmaculada atribuido a Alonso Cano, y otro de la Virgen con el niño del siglo XVII de la escuela de Pedro Atanasio Bocanegra.
En el lateral derecho del templo, se abren las cuatro capillas restantes. La primera de ellas, la más cercana a la cabecera, está dedicada a San Antonio de Padua y la segunda capilla está dedicada a Jesús de la Sentencia, Eccehomo de tamaño natural, espléndida obra de José de Mora, imagen en la que se conjuga la majestuosidad de la figura con lo humano del movimiento de los miembros y del manto, exactamente igual a la que existe en la S. I. Catedral de Granada, del mismo autor.
La tercera capilla está dedicada a la Virgen de los Dolores, bella Dolorosa de vestir con las manos entrelazadas llevando los clavos de la cruz de Cristo, obra del escultor Aurelio López Azaustre, realizada en el año 1962. Esta Dolorosa granadina es la titular de la Real Cofradía de Nuestra Señora de los Dolores que realiza su estación de penitencia a la Catedral todos los Lunes Santos. Tiene también esta capilla un relieve de la Inmaculada Concepción del siglo XVIII, obra de Duque Cornejo, un san José de tamaño menos al académico de la escuela granadina y un magnífico frontal de altar de mármol con atributos dedicados a la Virgen, procedente del Convento de la Victoria ya desaparecido. La cuarta y última capilla del lado de la epístola está presidida por el retablo del Sagrado Corazón de Jesús.