Mensaje de nuestro Consiliario Rvdo. Sr. D. José Gabriel Martín Rodríguez
Queridos hermanos y amigos, cristianos cofrades. Queridos enfermos y hospitalarios.
La Iglesia celebra el 2 de febrero la Jornada de la Vida Consagrada, coincidiendo con la fiesta de la Presentación del Señor. Un día muy especial para pararse a valorar y agradecer este don de la vida consagrada tal como el Espíritu la va suscitando en la Iglesia de cada tiempo.
Esta fiesta constituye un eco de la fiesta de Navidad. Hoy, 40 días después, Jesús vuelve a mostrarse. Entra en el templo como luz, como vida en medio de la noche y de la oscuridad. Por eso encendemos las candelas; Jesús ha prendido en nuestras vidas. Es el encuentro gozoso con su pueblo representado por Simeón y por Ana la profetisa.
Ellos gastaron su vida en un ir y venir de casa al templo y del templo a casa hasta que el Señor esperado apareció en sus brazos un buen día.
Por eso con motivo de este día tenemos que agradecer al Señor el regalo que la vida y a actividad de los consagrados y consagradas significan para la vida de la Iglesia diocesana de Granada. Miramos su vida de entrega y consagración y contemplamos como todo comenzó gracias al encuentro con el Señor. Él es el verdadero protagonista de nuestra llamada. De un encuentro y de una llamada nació el camino de la consagración. Y si recordamos bien veremos que en ese encuentro no estaban solos con Jesús: Bajo el impulso del Espíritu Santo, estaba también la compañía de la Iglesia, que nos permite ser y vivir un carisma no de un modo privado, sino en beneficio de todo el pueblo de Dios. La vida consagrada nace y renace del encuentro con Jesús tal como es: pobre, casto y obediente. Así, mientras la vida del mundo trata de acumular, la vida consagrada deja las riquezas que son pasajeras para abrazar a Aquel que permanece. Mientras la vida del mundo persigue los placeres y los deseos del yo, la vida consagrada libera el afecto de toda posesión para amar completamente a Dios y a los demás. La vida del mundo se empeña en hacer lo que quiere, mientras la consagrada elige la obediencia humilde como la libertad más grande. Y mientras la vida del mundo deja pronto con las manos y el corazón vacíos, la vida según Jesús colma de paz hasta el final, como en el Evangelio, en el que los ancianos llegan felices al ocaso, con el Señor en sus manos y la alegría en el corazón.
El encuentro con Jesús es lo que marca el ritmo de la entrega y el compromiso y lo que hace a un consagrado vivir con radicalidad su carisma y para eso hay que estar unidos a Él.
Agradecemos a Dios la vocación de los consagrados y consagradas. Agradecemos muy de corazón lo que son y lo que hacen.
Los ayudamos con la fuerza de nuestra plegaria para que se sigan acercando al Dios tres veces santo, para que offrezcan su vida y sy misión, personal y comunitaria, de hombres y mujeres consagrados al reino de Dios. Hacedlo en íntima comunión espiritual con la Virgen María: ella es la primera y perfecta consagrada; Virgen, pobre y obediente, totalmente entregada a nosotros, porque es toda de Dios. Siguiendo su ejemplo, y con su ayuda maternal, renovad vuestro “fiat“. A esta es, ¡Al cielo con Él! A esta es, ¡Al cielo con Ella!
Recibid un fraterno abrazo y el deseo de un mes saludable, santo, fecundo, pacífico, pacificador y ESPERANZADOR. Deseo y palabra de amigo y hermano, de consiliario y delegado.