Parece que fuera ayer y, sin embargo, ya mismo hace ocho años que, mis hermanos y hermanas de esta Real Cofradía de Ntra. Sra. de los Dolores de Granada, me dieron la oportunidad de servir a mi hermandad como Hermana Mayor.
Han sido ocho años cargados de vivencias compartidas; algunas de ellas más rebosantes de alegrías y/o atino que otras, pero todas compartidas gracias a la cercanía siempre de los hermanos y hermanas de esta cofradía, especialmente, de los miembros de la Junta de Gobierno, mis amigos, mis padres y, de forma incesante, de Ntra. Madre de los Dolores.
A vosotros, hermanos y hermanas: gracias.
Gracias por la oportunidad que me concedisteis de servir a nuestra hermandad desde esta perspectiva tan especial. Os puedo asegurar que siempre habéis estado en cada uno de mis pensamientos, en cada palabra, en cada gesto y en cada decisión, con sus aciertos y áreas de mejora. No olvidaré todas las muestras de cariño que me habéis hecho llegar en estos años en forma de gestos, palabras, dibujos, mensajes, etc.; muchas de ellas, fruto de la posibilidad de conocernos que da esta forma de servicio y, muchas, otras, fruto de la relación tras el paso de tantos años que hemos compartido como cofrades desde que mis padres me inscribieran en esta, nuestra cofradía. Vosotros y nuestra devoción compartida para con nuestra Madre han sido la energía que ha movido mis pasos. Una energía que, no puedo negar, en ocasiones, ha flaqueado, pero que se renovaba con cada una de vuestras muestras de cariño y, sobre todo, ante cada oración conjunta. A Ella, Madre y Señora de los Dolores, mi gratitud por el regalo de vuestra compañía durante esta aventura que habéis hecho preciosa e inolvidable, por los que han sido, somos y serán de «los Dolores».
A vosotros, miembros de la Junta de Gobierno desde que esto comenzara, incluidos nuestros consiliarios: gracias de corazón y por siempre. Nunca tendré palabras suficientes de gratitud para con vosotros. Con vosotros todo y sin vosotros nada. Con vosotros he sido capaz de llegar hasta donde jamás pensé que llegaría; de realizar tareas que jamás pensé que realizaría y de sentir un cariño y una «compañía» que jamás pensé que sentiría. A todos, desde el que más al que menos tiempo a compartido en esta gran aventura: gracias por ayudarme a ajustar ese «traje». Os puedo asegurar que cada uno habéis aportado algo único a toda esta aventura y sin lo que hubiera sido imposible conseguir nada de lo logrado… y ha sido mucho. Entre vosotros había familia, amigos, «como familia», hermanos y hermanas cofrades y, de entre vosotros, me llevo nuevos amigos y «casi familia» que espero que me acompañéis muchos años. Que bonito ha sido estar cerca de nuestra Madre con vosotros, construir y compartir en torno a Ella y ver en vuestros ojos, en vuestros gestos y palabras ese don de la ilusión que sólo puede provenir de la fuente inagotable del amor eterno. A Ella, Madre nuestra del amor, mi gratitud por vuestro «si», entrega, ilusión y compañía.
A vosotros, amigos del alma y que siempre llevaré en mi corazón: gracias por haberme acompañado, también aquí, en esta aventura cofrade. Por haberme dado la mano, desde la distancia, en cada paso, celebrar conmigo los logros y mimarme mucho cuando descubría áreas de mejora. Por vuestras miradas cómplices, por haber estado ahí siempre respetando mi impronta, por las conversaciones confidentes, por animarme en los momentos difíciles y por aprovechar al máximo los alegres para seguir sumando momentos felices y compartidos a nuestras vidas. A ella, Madre de la compañía incesante, mi gratitud por vuestra amistad real, sincera y confidente y mi plegaria por el regalo de compartir mil aventuras más y acompañarnos en el crecimiento de la fe y de la vida.
A vosotros, papá y mamá… gracias por la vida y por esta vida. Gracias por enseñarme el camino de la fe, por presentarme ante Ntra. Sra. de los Dolores y hacerme saber de la confianza ciega que en Ella se puede tener. Gracias por traerme cada vez que podíais junto a mis hermanos y hermanas de esta cofradía y enseñarme en esta comunidad los valores de la palabra Hermandad. Gracias por apoyarme siempre, sobre todo en esta aventura cofrade en la que tanto me habéis visto disfrutar y entregar. Gracias por vuestra comprensión cuando no «había tiempo», por estar ahí a mi lado, siempre, incluso «sin estar». A Ella, Madre entre las madres, mi gratitud por vuestra existencia y todo lo que me habéis entregado sin pedir nada a cambio; mi plegaria por una larga vida juntos y porque todo nuevo ser pueda tener unos padres como vosotros.
Y a ti, Madre de los Dolores: todo; la risa, el llanto, la alegría, la tristeza, el aprendizaje, los valores, la auténtica compañía, tu saber encontrar el modo de hablar sin mediar palabra, tus silencios, tus miradas, tu arrope maternal y tu entrega sin igual.
Ocho años de gratitud para con los que fueron, somos y serán parte de Ella, «Dolores».
Mari Carmen Gervilla Navarro
Hermana Mayor