Suena un martillo entre flores
un Lunes Santo en Granada,
bajo la flor de las flores
al pie de Sierra Nevada.
Y baja por la Carrera
la rosa de mi consuelo,
llevando la Alhambra por palio,
y al Darro por costalero.
Al llegar a la tribuna
el silencio se hace eterno,
y el cirial que le alumbra
alivia el peso del costalero.
Cuando tú entras en Pasiegas
la Catedral preparada está
para que te reciba tu Hijo
y vea que guapa vas.
No llores Virgencita,
que tus lagrimas voy a quitar
cuando con mis pies alumbre
el camino hacia tu altar.
Porque sólo se una cosa:
que ni la fuerza puede fallar
ni la luz se puede apagar.
Jerónimo González
María del Carmen Gervilla
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