(Al desperdirme de mi pueblo, que son mis raices)
Cada mañana, para no olvidarme, anoto en un pequeño papel las cosas que debo hacer: compras, gestiones, etc. Eso es LO PREVISTO. Pero no es eso todo: ESPERO TAMBIÉN LO IMPREVISTO, o sea, que sucedan cosas positivas e imprevistas en mí, en la familia, en los amigos, en la sociedad, en la Iglesia… Son sorpresas. Un nuevo día trae siempre nuevas oportunidades, nuevos pensamientos, nuevos conocimientos, nuevas experiencias, incluso nuevas vivencias de Dios y, tal vez, nuevas relaciones. Las mejores personas se encuentran sin buscarlas. Pero, para que te toque la lotería hay que comprar un número. Hay que buscar y posibilitar las ocasiones para que las cosas ocurran. La oportunidad no tiene visitas a domicilio. Debo ampliar mis horizontes y tener la mente abierta. La esperanza de lo nuevo hace la vida más larga.
Estoy vivo otro día más y quiero ser consciente de ello. Tengo que estar despierto y CON OJOS DE TURISTA, es decir, tengo que ser capaz de ver belleza extraordinaria donde muchos solo ven la rutina de siempre. El amanecer de un nuevo día es el amanecer de un nuevo “yo”. Soy otro cada mañana, aunque a estas alturas lo noto poco.
En mi querido Turón, con una media de edad muy elevada, la peor sensación que tienen es que, al mirar hacia adelante, ven que les queda muy poco futuro y sienten la tentación de sentarse y esperar pasiva y serenamente que llegue el final. Esto puede ser desmotivador. Pero caer en eso, sería perder el sentido de la vida y de la actividad y renunciar al disfrute de lo imprevisto. Vivir para los demás, mejorar el mundo y la Iglesia es el mejor modo de vivir. Voy a seguir el ejemplo del reloj: cargar las pilas y no pararme. El que se queda quieto, se oxida. Que la vida me perdone las veces que no la viví. Me ayuda mucho lo dicho por Eric Fromm: Tener esperanza significa estar abierto en todo momento a lo que todavía no ha sucedido, pero sin llegar a desesperarse si lo que esperas no ocurre mientras tú estás vivo. O sea, que debemos seguir sembrando, aunque sean tiempos de sequía y langosta. Intentemos ver puertas donde ayer sólo veíamos muros.
La filosofía que aprendo cada vez que vuelvo a mi pueblo natal es: DONDE ESTÉS, CON LO QUE TENGAS, HAZ LO QUE PUEDAS.
Mejorar tu persona o mejorar la sociedad está dentro de un proceso de cambio. Muchos no quieren ser parte del proceso, pero sí parte del resultado. Son parte del problema, no de la solución.
¿Te satisface interiormente la vida que estás viviendo? Sigue buscando y practicando la esperanza activa. Es curioso que la vida, cuanto más vacía más pesa. Pensar es gratis y el no hacerlo se paga muy caro. Cuando las raíces son profundas, la fruta es más dulce. No vivamos para que nuestra presencia se note, sino para que nuestra ausencia se sienta. La luz de cada uno es única ¡No la apaguemos!
Hoy, al despedirme de mi pueblo, valoro lo que tenía previsto en mi visita y estancia, pero sobre todo agradezco lo imprevisto que, con mis padres, hermanos, sobrinos y familiares, amigos y vecinos hemos convivido y compartido.
Larga vida a quienes sois un rayito de sol porque vuestra buena vibración se contagia y se convierte en ESPERANZA de tanto que Dios nos regala para nuestro porvenir y por vivir.
