Queridos hermanos y amigos los medios de comunicación social y las vocalías de caridad. Queridos cristianos cofrades. Queridos enfermos y hospitalarios.
“Compartid con mansedumbre la esperanza que hay en vuestros corazones” (cf. 1 P 3,15-16), reza el lema elegido por el Papa Francisco para la LIX Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales.
En su carta, el recordado Santo Padre recuerda a los periodistas y comunicadores que el compromiso valiente «es indispensable para poner en el centro de la comunicación la responsabilidad personal y colectiva hacia el prójimo». Y alienta a derramar por el mundo un mensaje de esperanza, que es una virtud «escondida, constante y paciente» para los cristianos y «no es una elección opcional, sino una condición imprescindible».
Por ello, querido amigo te invito, por un momento, a parar el reloj de tu vida y a detenerte en aquello que tienes delante de tus ojos. Detente por un instante y quédate en aquello que está ahí para ti, sin misterios disfrazados, sin dobleces que te distraigan, sin apariencias. Quizá es un mensaje hecho vida en el rostro de una persona, en un detalle, en un gesto determinado; o, quizá, es tan solo el silencio. Ese silencio que también es comunicación, donde la voz de Dios tiene algo que contarte…
Que siempre podamos decir, siguiendo el mensaje que dejó escrito el Santo Padre Francisco para la LIX Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales: «Sueño con una comunicación que no venda ilusiones o temores, sino que sea capaz de dar razones para esperar».
Queridos amigos, periodistas y profesionales de los medios de comunicación social y de las vocalías de comunicación, os pongo bajo protección de la Virgen de la Angustias. Ella, que guardaba y meditaba todo en su corazón, es modelo de una comunicación que nace del silencio fecundo, del discernimiento interior, del servicio a la verdad. Que su voz nos enseñe a hablar como discípulos, a callar cuando conviene, a escuchar siempre, a mirar con misericordia, a comunicar con el corazón. Y a todos los que trabajáis en los medios, en las redes, en los gabinetes de comunicación, en las parroquias, hermandades y cofradías, en la catequesis, en la formación o en la cultura: gracias. Gracias por vuestra entrega, por vuestro esfuerzo y por vuestra pasión. “Compartid con mansedumbre la esperanza que hay en vuestros corazones”, la Iglesia y el mundo os necesitan.
Recibid un fraterno abrazo con mi gratitud y mi plegaria para que seáis PEREGRINOS COMUNICADORES DE ESPERANZA. Deseo y palabra de amigo y hermano, de consiliario y delegado.
