Mensaje de nuestro Consiliario Rvdo. Sr. D. José Gabriel Martín Rodriguez.
Queridos hermanos y amigos, cristianos cofrades. Queridos enfermos y hospitalarios.
“Juntos en la esperanza”, frase que me plantea varios interrogantes: Lo primero: ¿tenemos esperanza? Y, ¿esa esperanza nos hace estar juntos? No son cuestiones baladíes. Una no se da sin la otra: si no hay esperanza no podemos estar juntos en ella. Y sin estar juntos tampoco es posible la esperanza. La verdad es que vivimos tiempos duros, “recios” diría la santa castellana, Teresa de Jesús. La esperanza cotiza a la baja. Basta asomarnos superficialmente a la realidad para descubrir mil y un motivos para no tener esperanza o desanimarnos. Ni la situación política, social, económica, climática y medioambiental nos permiten ser optimistas antes bien lo contrario. También el paso de los años hace que no esperemos mucho de las personas que nos fallan una y otra vez.
¿Pero es esa la esperanza a la que se nos invita? No, la esperanza meramente humana es una esperanza pequeña, débil, cogida con alfileres que en cualquier momento se rompe. La esperanza que nos sostiene, en la que estamos unidos es la virtud teologal, por tanto un don de Dios, una gracia. Es lo que nos permite desde la confianza abrirnos a un futuro, a un horizonte hermoso. Es la esperanza el ancla que nos sujeta en medio de las tempestades de la vida, la que nos asegura que llegaremos a buen puerto a pesar de las tormentas, que no naufragaremos. Esa esperanza nos hace lanzarnos al océano de la vida y seguir navegando con entereza e ilusión o dicho con el símil más propio nuestro en esta temporada otoñal: seguir sembrando, echando la semilla a todos conscientes de que, sí, mucha se perderá, pero otra brotará, crecerá y dará fruto. La cosecha está asegurada.
Nos tiene que quedar ya bien claro tras todo lo que llevamos del proceso sinodal que esta siembra, este “embarque” no lo podemos hacer solos. Así sí iremos a pique. En esta hora del individualismo, de la ausencia de proyectos compartidos, del “yo hago mi vida”, de “cada cual que aguante su vela” el caminar juntos, el crecer en comunión es todo un signo de vida y fraternidad que podemos y debemos aportar los cristianos, es todo un valor contracultural, una propuesta de luz que ofrecemos al mundo.
Miramos a nuestros Sagrados Titulares en sus bellas y variadas invocaciones y advocaciones, y pedimos que JUNTOS se renueve siempre la ESPERANZA en Él que no defrauda. JUNTOS EN LA ESPERANZA. Así sí podemos echar las redes un Curso Pastoral más. Hermanos y amigos cofrades, con ESPERANZA, a esta es ¡todos de frente valientes!.
Recibid un fraterno abrazo y el deseo de un mes ESPERANZADOR y fecundo. Deseo y palabra de amigo y hermano, de consiliario y delegado.