CIRIO DE FE, ESPERANZA Y CARIDAD PARA NUESTRA CANDELERÍA DONDE LOS SANTOS PASAN ¡DIOS PASA CON ELLOS! (NOVIEMBRE 2021)

Mensaje de nuestro Consiliario Rvdo. Sr. D. José Gabriel Martín Rodriguez.

Queridos hermanos y amigos, cristianos cofrades.

Festividad hermosa la del primer día de Noviembre, día de Todos los Santos, en el que conmemoramos la comunión de los santos del cielo y de la tierra. Invito a releer las lecturas del día y regocijarse con el Salmo 23, el que recitamos en la Eucaristía: «¿Quién puede subir al monte del Señor? ¿Quién puede estar en el recinto sacro?», exclama. Es un salmo hermoso, que nos llena de esperanza. La montaña es el lugar de encuentro con Dios. La pregunta que resuena de este salmo es: quién puede estar delante de Dios, quién puede vivir en amistad con Dios, quién puede recibir la santidad que Dios quiere para nosotros, que Dios nos comunica a través de su Hijo amado. Es una feliz invitación a seguir a Jesús, Él sube a la montaña, se sienta a enseñar, transmite las Bienaventuranzas, se retira a orar, a hacer ayuno, a prepararse para su Transfiguración.

 ¿Quién puede subir al monte del Señor? Esta montaña es Jerusalén y el templo sagrado. En cada Eucaristía, el altar, esta mesa claramente visible cuando entramos en una iglesia, nos recuerda la última cena de Jesús, pero también otra montaña, el Gólgota, donde Jesús ofrece su vida por nosotros. Altar y Gólgota, dos montes que nos llevan a Jesús para encontrarlo, para vivir en y de su presencia.

 ¡Jesús murió por algo, su muerte tuvo un sentido! Es a través de su muerte y resurrección que se ofrece la salvación. Todo el que viene a Jesús, el que camina con Jesús, el que cree en Él, recibe el manto blanco del bautismo y la marca de la confirmación. Estos sacramentos nos hacen parecernos al Hijo Amado. Jesús nos ofrece una forma de vida. Es el de las Bienaventuranzas, un camino exigente y difícil, pero es el camino que conduce hacia la felicidad. Dios quiere nuestra felicidad, el éxito de nuestra vida, pero no una vida exitosa según los estándares de este mundo.

 La fiesta de Todos los Santos nos invita contemplar a Jesús, el santo de Dios que tiene en las Bienaventuranzas su vivo retrato. ¡Los evangelios no son principalmente un código de moral sino la revelación de Dios, de su plan divino para nosotros! ¡Qué gran amor nos ha dado el Padre para que seamos llamados hijos de Dios! Él quiere compartir con nosotros su inmensa e infinita alegría, fruto de su amor. Y así en esta fiesta me resuena con mayor firmeza la llamada a la santidad. Los Santos que nos han precedido han creído en este amor vigorizante que se transforma y se entrega por amor. Este amor tiene un nombre: es el Espíritu Santo, el Espíritu que nos hace santos. El santo no se apoya en su fuerza sino en Dios para subir al monte, para servir a Dios y a sus hermanos, a través de la oración y los sacramentos.

Esta festividad nos invita a renovar esta llamada urgente a la santidad: a vivir rechazando de nuestra vida la mediocridad y la pereza espiritual, a vivir por amor a los demás, a vivir consolidados en la felicidad cristiana, a vivir transitando por el camino del gozo, de la esperanza, de la caridad, de la pureza de actos y de intenciones, de la misericordia de Dios. El mundo necesita nuestra fe y nuestro amor radiantes, llenos de alegría, de compromiso, de esperanza. El mundo espera el paso de los santos anónimos y sencillos porque, como decía el santo Cura de Ars, “donde los santos pasan ¡Dios pasa con ellos! “

 Miramos a nuestros Sagrados Titulares en sus bellas y variadas invocaciones y advocaciones, y con su auxilio les pedimos a todos los santos del cielo que nos han precedido, que nos ayuden a fortalecer nuestra fe, a imitarlos en la santidad de sus obras y a responder con el corazón abierto a la llamada de Dios. Porque “donde los santos pasan ¡Dios pasa con ellos!”, ¡al cielo con Ellos! ¡al cielo con Dios!.

Recibid un fraterno abrazo y el deseo de un mes Bienaventurado y Santo.

José Gabriel Martín Rodríguez

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