Mensaje de nuestro Consiliario Rvdo. Sr. José Gabriel Martín Rodríguez.
Queridos hermanos y amigos, cristianos cofrades.
Primer día de mayo con María en el corazón. Se dice con acierto que el tiempo Adviento es el más mariano del calendario litúrgico. En este periodo, contemplamos la espera de María y celebramos sus grandes fiestas, especialmente, la gran festividad de la Inmaculada.
Pero mayo, con su floreciente primavera llena de color, devocionalmente es el de gran mes de María, la más bella de las flores creadas por Dios. Con Ella celebramos la fiesta de la Vida, cantamos el aleluya triunfante de la Resurrección y esperamos la venida del Espíritu Santo en Pentecostés. Durante este tiempo es más sencillo recorrer a su lado los caminos que propone Jesús, recrear la esperanza, fortalecer la confianza y unir las manos para tejer la concordia en nuestro pequeño mundo.
Recuerdo mi infancia. Al colegio llevaba cada semana un ramo de flores a María que depositábamos a los pies de una imagen de piedra del patio y le ofrecíamos cada día nuestras ofrendas espirituales.
Hoy comienza el mes de María y de su mano vamos al encuentro de Jesús. María es Madre, Madre de la Iglesia y Madre de Dios. ¡Qué bonito es recordarlo y celebrarlo!
María, corazón espiritual de los cristianos, es el regalo más preciado que nos dejó Jesús en el último momento de su vida: «Ahí tienes a tu Madre». ¡Qué generosidad tan grande convertir a María en la Madre de los que nos consideramos discípulos de Jesús!
Nos entregamos este mes enteramente a María. Le entregamos nuestra vida, nuestras palabras, nuestros pensamientos, nuestros sentimientos, nuestro compromiso apostólico, nuestras cruces y nuestras caídas. Le entregamos a nuestras familias, a nuestros amigos, a nuestros compañeros de trabajo, a nuestras comunidades parroquiales, a nuestras comunidades conventuales, a nuestras hermandades y cofradías, a nuestros colaboradores, a los alejados de nosotros por sus ideas y sus actitudes. Le entregamos todo nuestro ser para que encienda su amor en nuestro corazón y en el de todos los que amamos.
¡María, Madre del amor hermoso, Reina del Universo, Madre de la Iglesia, ¡enciende en nuestro corazón un amor grande hacia Ti y hacia Jesús! ¡Permítenos, María, ¡refugiarnos en este mes de mayo en tu santo corazón para tomar de Ti tus virtudes y tus enseñanzas! ¡En este mes que comienza nos consagramos enteramente a Ti, queremos que nuestro corazón se convierta en un pequeño santuario donde repose tu amor, y con tu presencia resplandezca dándole brillo que ilumine al prójimo! ¡Haz que nuestras manos sean como las tuyas, modelo de entrega, servicio, amor, ternura y generosidad! ¡Que en este mes de mayo seamos capaces de esparcir tu perfume de rosas entre los que nos rodean! ¡Queremos regalarte flores, guirnaldas y coronas pero no materiales sino espirituales en forma de piedad y de virtud! ¡Abre, María, durante este mes de mayo nuestro corazón al amor, ¡que la inocencia y sencillez de nuestro corazón se impregne de tu amor! ¡Ayúdanos a que todos nuestros actos, nuestros gestos, nuestras palabras, nuestros sentimientos y nuestras actitudes tengan la misma pureza, caridad y humildad que tienen los tuyos y aparta de nosotros el mal que pueda haber en nuestro corazón! ¡Tómanos, María, de tu mano para ser más delicados, pacientes, ¡caritativos, amorosos, esperanzados y humildes! ¡Tú, María, eres la más bella flor creada por Dios, ¡que de ti broten en nuestro corazón y florezcan todos los frutos de la gracia divina! ¡Llévanos, María, ¡en este mes de mayo a Jesús y permítenos ser luz para los demás! ¡Camina con nosotros, María! ¡Lucha con nosotros, María! ¡Derrama el amor de Dios en nuestra vida y en la de los que amamos y no permitas que nunca se turbe nuestro corazón porque Tú estás con nosotros! ¡Todo tuyo y todos tuyos, María!
Hoy, primero de mayo, la Iglesia celebra la Fiesta de San José Obrero, patrono de los trabajadores, fecha que coincide con el Día Mundial del Trabajo. Le pedimos a san José que proteja ante Dios a todos los trabajadores del mundo y permita dignificar al hombre por medio de un trabajo digno, trabajo tan necesario y urgente para tantos hermanos en esta situación de precariedad laboral, propiciada por la crisis sanitaria.
Miramos a nuestros Sagrados Titulares en sus bellas y variadas invocaciones y advocaciones, y les ofrecemos la mejor flor, nuestra vida ofrecida y marchitada en bien de los demás. Seamos buena fragancia de Cristo, ¡al cielo con Él! ¡todos de frente valientes!.
Recibid un fraterno abrazo y el deseo de un mes saludable, santo, fecundo, y sin temor alguno
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